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Adiestramiento canino básico

Categoría: Perros - Comportamiento

El adiestramiento básico puede empezar hacia los seis u ocho meses y consiste en ejercicios de llamada, caminar correctamente con la correa, detenerse, sentarse, etc. Sin embargo, en la práctica no existe una edad en la que el perro pueda empezar a aprender algo. Esto debe suceder de forma natural desde que es cachorro, a partir de los primeros días de convivencia y después de que se haya ambientado, tanto en lo que concierne a no defecar dentro de casa o no mordisquear los muebles, como al establecer una relación de juego-confianza que llevará al cachorro a reconocer en el propietario a su amo, al que tiene que ofrecer su afecto y obediencia innatos.

La orden “Siéntate”


Con la cadena y el collar puestos, le daremos a nuestro perro la orden “siéntate” con voz firme. Al principio no entenderá, y deberemos empujar la parte trasera de su cuerpo con la mano izquierda, mientras con la derecha mantendremos la correa levantada para evitar que se eche. Cuando se siente le felicitaremos y le premiaremos. Repetiremos el mismo ejercicio varias veces, siempre utilizando el mismo tono de voz y la misma orden, hasta que nuestro perro lo realice automáticamente con sólo oír la palabra clave. Cuando haya aprendido a sentarse con la cadena puesta, procederemos a sacársela para enseñarle sin ella; el procedimiento será el mismo con la única diferencia de que él ya lo tendrá bastante asimilado y no intentará tumbarse.

Otra técnica consiste en coger un premio (cerciorándonos de que el perro sabe que lo hemos cogido) y sujetarlo en nuestro puño cerrado y con el brazo extendido. El perro debe estar justo enfrente de nosotros. Entonces damos la orden de “siéntate”. Puede que el perro se alce e intente llegar hasta nuestra mano para coger el premio. Debemos entonces decir “no”, esperar su reacción y dar de nuevo la orden. Si no se sienta (es muy probable que se siente porque esa es la posición que de forma espontánea adoptan todos los perros para pedir) le empujaremos la parte trasera del cuerpo con la mano para obligarle a sentarse. Una vez que se haya sentado, da igual si lo ha hecho a la primera o lo ha hecho tras presionarle la parte trasera, le felicitaremos y le daremos el premio que sosteníamos en el puño.

Algo que siempre hay que tener en cuenta es que la orden “siéntate” hay que darla una sola vez, porque si no, los perros se acostumbran a obedecer a la segunda, o la tercera, y deben hacerlo a la primera. Si a la primera no obedecen recurrimos a la presión de la parte trasera de su cuerpo.

La orden “Tumba”


Una vez que haya aprendido a sentarse, le enseñaremos a echarse en el suelo. Nunca debemos empezar con una nueva orden hasta que no tenga totalmente asimilado el ejercicio anterior. No tengamos prisa. Cuando esté sentado, le ordenamos que se acueste con la palabra “tumba”, o “echa”, y simultáneamente golpearemos el suelo con la mano. El uso conjunto de una orden oral con un gesto manual nos resultará de mucha utilidad en su educación.

La primera vez que le demos la orden de echarse en el suelo, hará caso omiso; entonces nosotros le moveremos hacia delante las patas delanteras, empujando su cuerpo con una ligera presión, hasta que al fin se encuentre totalmente acostado. Debemos mantenerlo en esta posición durante unos minutos, mientras repetimos constantemente la palabra clave. Una vez realizado correctamente el ejercicio debemos felicitarlo efusivamente, premiándole acto seguido. Estos ejercicios deben realizarse con regularidad, para que así no olvide nunca lo aprendido.

Otra técnica consiste en primero dar la orden “sienta”. Una vez que se haya sentado, le daremos el premio, pero no se lo acercaremos a su boca, sino que lo arrastraremos por el suelo hacia nosotros mientras que con la otra mano le presionaremos el cuerpo hacia abajo para así obligarle a tumbarse.

La orden “Quieto”


Cuando haya aprendido correctamente a sentarse y a echarse, podemos proseguir con la orden de estarse quieto. Lo haremos alejándonos unos pasos de él cuando esté en posición sentado o echado. Con casi total seguridad, al observar que nos alejamos, nuestro perro se levantará para ir a nuestro lado; nosotros, en ese momento, debemos volver a llevarlo al lugar de origen y, pacientemente, volver a repetir la operación desde el principio; así hasta lograr que permanezca quieto al oír la orden.

Cuando lo hayamos conseguido solamente deberá levantarse al oír la orden, nunca antes. Al principio es más que suficiente que esté cinco segundos quieto; ya iremos aumentando el tiempo y la distancia paulatinamente. No realizaremos sesiones muy largas; son preferibles más cortas y diarias. Como siempre, una vez que haya aprendido el ejercicio correctamente, le felicitaremos demostrando gran alegría por nuestra parte. No pretendamos educarlo con demasiada rapidez, cualquier logro, por pequeño que sea, debemos considerarlo suficiente, y por tanto, merece ser recompensado.

Acudir a la llamada


Antes de empezar, debemos saber que al principio no hay que enseñar al perro dejándolo suelto, pues corremos el riesgo de que se nos escape. Con la cadena puesta, le mantendremos quieto y nos alejaremos unos pasos; a continuación le diremos “ven” y, si no lo conseguimos, le daremos un pequeño tirón hasta que logremos que acuda. Cuando acuda, le daremos un premio. Son muy útiles, hasta que el perro aprenda perfectamente la orden “ven” es preciso utilizar las correas extensibles.

El perro tiene una relativa sensación de libertad y nosotros podremos aprovechar el paseo diario para ir adiestrándole en la llamada: cuando el perro se aleje un poco le daremos la orden “ven” y el premio cuando obedezca. Si no obedece se dice “no” y a continuación un tirón seco no demasiado brusco.

Nunca debe asociar el acudir a nuestra llamada con algo negativo para él, como volverle a colocar la correa o regañarle, porque entonces corremos el riesgo de que no quiera regresar a nosotros cuando le dejemos suelto. En el momento que logremos que acuda al llamarle, le felicitaremos en primer lugar para, a continuación, jugar unos instantes con él y proceder a ponerle la correa. Siempre que se pueda se utilizará esta orden en medio del juego o en situaciones felices para el perro. Nunca debe relacionar la disciplina con la violencia y en ningún caso debemos emplearla con él. Conviene no amenazar o reñir al perro cuando tarda en acudir, ya que asociará el castigo con su llamada. En todos los casos que el cachorro vuelva, aunque sea a paso de tortuga, debe felicitarle o premiarle.

Caminar con la correa


Es otro de los ejercicios fundamentales. Esto es elemental y necesario para cualquier perro, tanto de trabajo como de compañía, y en cualquier entorno en el que viva. No es un problema, pero no deja de ser desagradable, sobre todo en razas grandes, sacar a pasear al perro y que sea él quien arrastre al amo.

Para empezar, se llevará al cachorro, una vez ya esté acostumbrado al collar, a un lugar sin distracciones y se le invitará a seguir a su amo caminando junto a su lado izquierdo, impidiéndole que le rebase. Cuando parezca que anda por donde él quiere, el propietario deberá dar un paso atrás y adelante e invitarle al juego. Es un método que se basa en la indiferencia al error cometido para erradicarlo de forma no traumática.

En cambio, si el ejemplar es un poco mayor, en caso de que rebase al instructor, conviene darle un ligero tirón (refuerzo negativo). Para este ejercicio se aconseja usar collares de ‘estrangulamiento’, que producen una molestia leve al tirar momentáneamente. En cambio, se desaconseja totalmente usar el collar de puntas.

Una mascota educada será tranquila y obediente y te respetará en todo momento. Es sabido por todos que el respeto no es miedo y que éste tiene que ser recíproco, de lo contrario, aunque obtengas el cumplimiento de las órdenes por parte de tu can, te faltará el cariño incondicional que muestra en todo momento. Es preciso que obediencia y amor se compaginen perfectamente.

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