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En todos los organismos vivos, desde las bacterias hasta los animales más evolucionados como el ser humano, opera un reloj biológico sincronizado a 24 horas. Este reloj interior controla una gran variedad de funciones que se llaman fluctuaciones de ciclos, incluidos el del comportamiento, el del sueño y la vigilia, que se llaman ritmos circadianos.
Los ritmos circadianos son importantes no solo para determinar los patrones de sueño, comportamiento y alimentación de los animales, sino también para la actividad de todos los ejes hormonales, la regeneración celular, y la actividad cerebral, entre otras funciones.
La cantidad de tiempo que los animales destinan a dormir depende de la especie, estilo de vida, edad, y refleja en cierta medida el grado de adaptación al ambiente. Los perros y gatos suelen dormir profundamente varias veces al día y durante algunas horas cada vez. Por el contrario, los herbívoros han evolucionado para permanecer despiertos y apenas cierran los ojos breves períodos de tiempo. Esto se debe a que las especies predadoras duermen más tiempo que las que no lo son, ya que estas últimas vigilan la posible presencia de un predador como estrategia para no ser atacados.
En el caso de nuestras mascotas, el sueño profundo le ayuda a procesar la información recibida durante el día, a fijar la memoria y a recuperar la energía y el vigor para afrontar una nueva jornada. Por ello, un buen descanso es imprescindible para mantener la buena salud de nuestra mascota.
¿Cómo nos afecta el cambio de hora?
Estamos despistados durante la primera semana, no tenemos hambre a la hora habitual, tenemos más sueño que lo normal. Lo mismo les pasa a nuestras mascotas.
Los primeros días con el nuevo cambio de hora podemos notar que nuestras mascotas aún no están adaptadas al nuevo horario. Los perros, por ejemplo, si son de los que salen por las mañanas a hacer sus necesidades, seguramente aún pedirán salir a la misma hora que antes, y aunque lo intentemos cuesta trabajo que se adapten al nuevo horario.
Para las mascotas, el tener una rutina y horarios estables es muy importante. Ellos necesitan una estructura de vida, saber qué esperar de cada día, cuándo deben permanecer tranquilos, cuándo saldrán a pasear, a qué hora comerán y cuándo es hora de jugar o de dormir.
Si un cambio de rutina ocurre repentinamente en nuestra mascota, de pronto podría mostrar un comportamiento que jamás había hecho, por ejemplo orinarse dentro de casa y escuchar a los dueños decir: “pero si él ya estaba entrenado”, morder o destruir las cosas: “pero si nunca lo hacía”, dormir demasiado: “pero si era tan alegre”, o ladrar, llorar, rascar, romper, etc. Si ocurren estas situaciones, lo más probable es que su cambio de conducta esté relacionado con un cambio de rutina.
Si bien poco a poco las mascotas se van adaptando al nuevo horario, les cuesta más que a las personas, ya que no entienden el porqué del cambio de rutina y muchas veces se confunden ante el desfase de sus actividades.
¿Cómo podemos minimizar estos efectos?
Haciéndoles el cambio de horario de forma paulatina; podemos ir acostumbrándolos poco a poco cambiándoles 15 minutos cada día en las principales actividades de la mascota como, por ejemplo, la hora de comida, de paseo y de ir a dormir.