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La diabetes mellitus en gatos es una peligrosa, pero cada vez más frecuente, enfermedad que acorta la vida del animal sin el tratamiento adecuado. Un gato que padece diabetes no tiene la capacidad de crear toda la cantidad de insulina (hormona) que precisa para que su cuerpo funcione del modo correcto. En otras ocasiones lo que ocurre es que la insulina que genera no ha aprendido a trabajar de forma adecuada.
Un gato que no es capaz de atacar la glucosa -y romperla en componentes más sencillos que su cuerpo pueda metabolizar- acumulará está molécula en la sangre, y acabará eliminándola con la orina. Las consecuencia para el felino enfermo son: un aumento de las evacuaciones de orina y un consecuente incremento de la sed del gato, ya que necesita reponer el líquido que elimina.
Estas señales son, en consecuencia, claves para reconocer al peludo amigo que sufre diabetes en casa: el felino diabético reduce su apetito, tiene tendencia a adelgazar, orina con mayor frecuencia e incrementa de forma notable su ingesta de agua.
El sobrepeso felino, que afecta a alrededor de seis de cada diez gatos urbanos (58%), según la Asociación para la Prevención de la Obesidad en los Animales de Compañía, es en buena parte responsable del crecimiento de esta enfermedad entre los felinos durante las últimas décadas.
Al no ser tratada a tiempo, el cuerpo comenzará a utilizar su propia grasa y proteínas como energía causando pérdida de peso. Los riñones se afectan pues trabajan doble tratando de remover la glucosa de la sangre a través de la orina, llevando al gato a padecer de mucha sed.
Causa ceguera: El alto nivel de azúcar en la sangre también afecta los vasos sanguíneos que alimentan la retina causando problemas de visión que pueden llegar a ceguera.
¿Cuáles son sus síntomas? Importante: Si observas cualquiera de estos síntomas en tu minino es momento de llevarlo a su veterinario. Todo a tiempo tiene solución.
• Mucha sed y mucho orín: El síntoma clave es que el gato consume grandes cantidades de agua seguido por múltiples visitas a su caja de arena para orinar.
• Hambre extrema o pérdida de apetito (puede ocurrir de ambas maneras)
• Pérdida de peso
• Caspa en el pelo
• Vómitos
• Debilidad en sus patas traseras