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La enfermedad renal en gatos

Categoría: Gatos - Salud

   

Por desgracia, las enfermedades renales en gatos son algo muy común y, en ocasiones, pueden ser realmente graves. Podemos encontrar numerosas causas que las desencadenan, así como diferentes tratamientos. El problema radica en que, normalmente, no se manifiestan mediante síntomas muy claros, por lo que no es de extrañar que pasen desapercibidas para muchos dueños.

 

Las afecciones renales en gatos son frecuentes y graves, hasta el punto que en determinadas ocasiones pueden ocasionar la muerte del animal. Sus causas son diversas y para combatirlas los especialistas disponen de diversos tratamientos. Un gran número de afecciones renales del gato se instauran y evolucionan de una forma muy discreta.

 

Por ello, es muy común que el propietario no detecte los síntomas de la enfermedad hasta que el estado de los riñones esté ya muy degradado. Es entonces cuando se acude al veterinario y, por desgracia, a veces es demasiado tarde para que el animal pueda recuperar su buen estado de salud.

Las enfermedades renales pueden venir provocadas por diversas causas. A continuación, repasaremos algunas de las más comunes.

 

De origen viral

 

La glomerulonefritis es la enfermedad renal que afecta con mayor frecuencia a los gatos jóvenes adultos, sobre todo a los machos. Los síntomas con los que cursa esta enfermedad pueden ser muy variados:

 

1.- En algunas ocasiones los dueños observan que su gato bebe agua y orina mucho más de lo normal (poliuria-polidipsia).

2.- Otros gatos manifiestan la enfermedad a través de una pérdida de peso. En este caso, mediante un urianálisis se puede detectar que el gato pierde gran cantidad de proteínas por la orina.

 

3.- En otros casos el paciente puede presentar edemas en las extremidades, el abdomen e incluso la cabeza.

 

4.- Pero también puede ocurrir que los síntomas de la enfermedad no se manifiesten en absoluto hasta que el problema ya se ha vuelto crónico. Los riñones en estos casos suelen tener un tamaño normal y existen signos asociados a problemas gástricos, como la diarrea.

 

La causa de esta patología es el depósito, a nivel renal, de anticuerpos, creados frente a virus como el de la leucemia, el PIF e incluso el FIV. En otras ocasiones, debemos buscar la causa en problemas de inmunidad y, muchas veces, no encontraremos nunca el origen del trastorno.

 

Afecciones microbianas y tumorales

 

La nefritis intersticial aguda se caracteriza por signos generales graves. El animal se muestra apático, tiene fiebre, pierde el apetito y se le pueden palpar fácilmente los riñones, ya que su volumen es más grande de lo normal. El origen de esta patología suele ser con frecuencia una infección microbiana.

 

Una variante de este trastorno es la pielonefritis, en la que la infección en un principio se encuentra limitada a las vías excretoras de la orina en los riñones y, posteriormente, se extiende al resto del órgano.

 

En la nefritis intersticial crónica, los riñones suelen ser pequeños e irregulares. Se trata de una enfermedad muy frecuente en animales de avanzada edad. Puede ser el resultado de la evolución de una afección aguda o también por el envejecimiento normal de la edad. Aunque también puede ser consecuencia de una litiasis renal (cálculos renales).

El linfoma renal se produce cuando las células tumorales se infiltran en el tejido renal. Después de un cierto tiempo de evolución de la enfermedad, la palpación puede revelar riñones con formas anormales, voluminosos e irregulares. Los síntomas de la insuficiencia renal no se observarán hasta que ya se haya destruido más de la mitad del tejido renal y haya dejado de ser funcional. Hay otros tumores que pueden igualmente afectar a los riñones. Pueden ser primarios o secundarios (cuando se trata de metástasis de otros tumores originarios de otros órganos). Además, también los podemos distinguir en función de si se trata de tumores de tipo localizado o infiltrativo.

 

La peritonitis infecciosa se acompaña de una forma particular de nefropatía llamada forma piogranulomatosa. En este caso, los riñones se encuentran repletos de pequeños y múltiples abcesos, lo mismo que ocurre en otros órganos del cuerpo del gato afectado (como en el hígado, el bazo, el intestino, las serosas, etc.). En estos casos los signos clínicos que se van a manifestar no serán únicamente los de una insuficiencia renal, sino que también habrá signos en función del tipo de órgano afectado.

 

Afecciones de tipo genético

 

La amiloidosis renal se produce al depositarse sustancia amieloide en los tejidos renales. Esta sustancia va invadiendo todo el tejido renal e impide su funcionamiento, hasta el punto de desencadenar una insuficiencia renal. Este tipo de afección es hereditaria, como ocurre en el caso de los Gatos Abisinios. Además, puede presentarse en otras razas después de haber padecido una infección viral -como por ejemplo el PIF- o después de un problema inmunológico.

 

Otra afección de origen genético es la enfermedad del riñón poliquístico, también llamada enfermedad renal poliquística (PKD), que afecta tanto a la especie felina como a otras, incluida la humana. La raza Persa paga un tributo muy alto al respecto. En esta enfermedad, el tamaño de uno o de ambos riñones se ve considerablemente aumentado. Estos órganos contienen múltiples quistes de diferentes tamaños, que pueden medir desde 1 mm hasta 1 cm o incluso más. Se localizan especialmente en la zona cortical (la más periférica), pero también pueden afectar a la región medular (la más central) e incluso a la papila (punto de origen de las vías excretoras) y los tejidos perirenales. En la raza Persa se han encontrado casos en los que se han podido ver quistes en otros órganos, como en el hígado, en los pulmones y en el páncreas.

 

En la especie felina, esta enfermedad se trata casi siempre de una forma autosomal dominante. Numerosos gatos se ven afectados por quistes, pero no presentan ninguna sintomatología. Llevan una vida completamente normal, pero pueden ser transmisores de la enfermedad. Otros, en cambio, sí presentan síntomas. Nos podemos encontrar con una insuficiencia renal declarada cuando en los riñones detectamos muchos quistes y ampliamente desarrollados, que provocan una gran obstrucción del parénquima renal. En estos casos, los síntomas más comunes que podremos detectar son: una disminución del peso, fatiga, deshidratación, polidipsia, anemia, orina con sangre, hipertensión arterial con signos oculares, convulsiones e incluso problemas locomotores.

 

Los tratamientos

 

El diagnóstico de las patologías renales de origen genético requiere exámenes complementarios. Uno de los que se utiliza con mayor frecuencia es la ecografía, sobre todo en los casos de animales que vayan a ser utilizados para la reproducción. Este tipo de examen puede ser requerido cuando se ha detectado un caso de esta enfermedad en algún ejemplar de una familia o en el momento en que se sospeche por la presencia de determinados síntomas.

 

Cuando se encuentra un caso de PKD en un animal que se quiera utilizar para la reproducción, es necesario recurrir a su esterilización, ya que al venir provocado por un gen dominante, es muy fácil que se transmita a la descendencia. Esta enfermedad no tiene tratamiento específico, ya que solamente se pueden tratar los síntomas asociados.

 

Para combatir la insuficiencia renal, es imprescindible atacar a la afección que la causa, mediante medidas dietéticas y medicamentos activos frente al corazón y los riñones. Gracias a los avances en la medicina veterinaria, se ha conseguido aumentar la esperanza de vida en muchos animales viejos afectados renalmente.

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