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El arenero de tu gato es uno de sus espacios más importantes. Por ende, siempre debe estar limpio y ubicado en un lugar adecuado, en donde pueda acceder fácilmente y encuentre un espacio de intimidad.
Su arenero no debe estar situado junto a aparatos ruidosos o que irradian calor, como el horno o la lavadora. El ruido puede hacer que un gato se ponga nervioso, mientras que el calor de un secador u horno puede magnificar el olor de su caja de arena.
El arenero tiene que ser aseado con la frecuencia que sea necesaria, dependiendo del tipo de arena que se use y de la cantidad de gatos que haya en el hogar esa frecuencia puede variar. Por ejemplo; si convivimos con dos gatos y usamos una arena no aglomerante tendremos que limpiar a fondo una vez por semana; en cambio, si convivimos igualmente con dos peludos pero usamos arena de sílice o arena aglomerante, puede ser necesario limpiarlo cada 15 o 20 días.
Hay que retirar las deposiciones cada día, y hacer una limpieza profunda cada vez que sea necesario.
Si tu pequeño amigo comienza a ir al baño fuera de la caja de arena, lo primero que debes hacer es llamar a su veterinario. Muchas condiciones médicas pueden causar un cambio de sus hábitos. En caso de que no sea así, lo más probable es que su reticencia se deba a problemas de comportamiento, los cuales deberás resolver. Pero recuerda: el castigo no es la solución.
No lo olvides, a los gatos no les gustan las sorpresas. Lo peor que puedes hacer, cuando se trata de cambiar marcas o tipos de arena, es volcar su contenido en su caja actual y llenarlo con una capa distinta.
Es imprescindible recordar que las heces y la orina en el arenero de tu gato, puede ser perjudicial para la persona que vaya a limpiarlas. Por eso, antes de comenzar esta tarea, toma un par de guantes de goma y una máscara. La máscara ayuda a reducir el riesgo de toxoplasmosis, un virus muy peligroso, sobre todo si estás embarazada. Si es así, mejor que otra persona lo haga.